Niebla

Autor: Miguel de Unamuno

ISBN/ASIN: 978-84-376-0347-6

Género: Clásicos de la literatura

Editorial: Cátedra

Publicación: 1914

Edición: 32.a, 2018

Páginas: 302

Sinopsis:

Esta obra de Miguel de Unamuno es uno de los ejemplos clásicos más eminentes de la novela moderna. La ficción deja aquí de ser un puro vehículo narrativo, transmisor de historias, para convertirse en un universo textual de fecundas sugerencias. El título, Niebla, expresa con claridad el propósito novelesco de desdibujar lo visible y materializar, en cambio, lo impalpable. En este ambiente vemos moverse a un hombre esencialmente frustrado, Augusto Pérez, sobre cuya muerte nos vemos obligados a pronunciarnos.

“¡Estaba tan elegante, tan esbelto, plegado y dentro de su funda! Un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto.”

Esta frase tan simple nos habla del carácter mismo de Augusto Pérez—el único personaje del que vale la pena hablar en esta reseña sin caer en riesgo de hacer un “spoiler”—él es un hombre tímido, elegante y simple que, como todos los buenos ricos, no tiene nada mejor que hacer que buscar el significado de su propia vida y llenar el vació que le dejo la muerte de su madre.

Los paraguas, al igual que los hombres, abiertos son feos, vulnerables, con un uso específico y fáciles de olvidar y desechar; mientras que si se llevan cerrados y colgando del brazo hacen ver al hombre elegante y prevenido, listo para cualquier situación que pudiese presentarse.

Y es así como don Augusto Pérez está sentado, dejando que la primera cosa posible y aceptable suceda—ver a un perro pasar—para decidir lo que será de su día, sin saber que dejar esto al azar cambiará toda su vida.

“Estuvo así un rato sugiriéndose la figura de Eugenia, y como apenas si la había visto, tuvo que figurársela”

Tras la muerte de su madre Augusto se da cuenta que necesita una nueva figura femenina en su vida, pero, ¿Cuál? ¿A quién elegir?

Es así como Eugenia aparece por la esquina de su ojo, una mujer que no conoce y que no ha visto jamás de frente y cuyo rostro y figura solo puede imaginar, se convierte en el objeto de sus afectos y relaciones.

Despierta en él la necesidad afectiva de una esposa, sin importarle si el cariño le es correspondido o si sus caracteres son compatibles o tolerables de alguna forma. No. Augusto solo está  seguro de amarla, y este amor lo llevará a reflexionar y filosofar sobre la vida misma y sus necesidades profundas como ser humano, porque no hay necesidad más profunda que la de ser amado, porque ser amado es ser aceptado y cuando eres aceptado tienes un propósito en la vida.

“Me senté, cojí unas cuartillas y empecé lo primero que se me ocurrió, sin saber lo que seguiría, sin plan alguno.”

Esta es la frase que  mejor define la novela en sí misma. Incluso si se lee el prólogo antes—cosa que no recomiendo, sino hasta finalizada la novela—la novela no deja de sorprendernos con sus giros argumentales.

Es por esta razón que Augusto Pérez se siente como si fuera uno mismo, sin importar el sexo de quien este leyendo la novela; toma decisiones inesperadas y la novela no toma el curso que uno esperaría, ni que los sentimientos expresados sean los que uno esperaría bajo ciertas circunstancias.

“Y fueron nuestros amores, si es que así quiere usted llamarlos, unos amores secos y mudos, hechos de fuego y rabia, sin ternezas de palabra”

Uno de los temas centrales de la novela es el amor marital, y las distintas formas en las que uno llega a este y  como se manifiesta. Lo vemos en sus diferentes etapas y como el calor del primer amor se va transformando con los años y la comodidad de la cotidianidad e incluso el impulso que nos saca de esta.

El matrimonio, como uno esperaría, es parte de la vida, y con quien uno, se supone, debe pasar el resto de la misma es un tema que urge en la vida de muchas personas sin importar la época en la que se viva.

Es por eso que esta novela se mantiene tan atemporal, llenando sus páginas de reflexiones que nos hacen pensar y reflexionar sobre la vida que llevábamos, como la percibimos y que hacemos con esta. Esta es la verdadera niebla que inunda nuestro camino.

Reflexionamos  si realmente somos dueños de nuestra propia vida o si solo somos meras marioneta de quien escribe nuestro destino.

“Y al verse a sí mismo en aquellos ojos como en un espejo vivo, sintió que la primera exaltación se le iba templando.

—Déjame que me vea en ellos como en un espejo, que me vea tan chiquito…sólo así llegare a conocerme…, viéndome en ojos de mujer…”  

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